
Ingresé a CORDEM en 2020, y recuerdo mi primer día lleno de miedo e incertidumbre. No conocía a nadie y no sabía qué esperar. Sin embargo, al llegar y ver a unas 20 mujeres, todas muy amables, y escuchar a la terapeuta, Emma, decir que CORDEM era nuestro lugar seguro, todas mis dudas desaparecieron. Desde ese momento supe que nunca más me sentiría sola, porque CORDEM sería mi red de apoyo.
Con el tiempo, me di cuenta de los cambios positivos que CORDEM estaba trayendo a mi vida: desde la forma en que pensaba y enfrentaba los retos, hasta cómo me relacionaba con mis emociones, establecía límites y aprendía nuevas creencias. Aunque el camino no siempre fue fácil, el acompañamiento constante de terapeutas y compañeras hizo que fuera más llevadero.
Tuve la oportunidad de participar en talleres que me ayudaron a desarrollar nuevas habilidades, como defensa personal, finanzas y ventas, entre otros. Disfruté mucho esos cuatro años, reí, lloré y conocí a grandes mujeres que, aunque estudiábamos diferentes carreras, compartíamos el mismo objetivo: superarnos como mujeres y ser líderes de impacto.
Siempre estaré agradecida con el equipo de CORDEM por seguir haciendo realidad este gran sueño, que sin duda ha cambiado la vida de todas las becarias.